La música es un arte inmaterial que se transmite por el aire, y no permanece como otras artes. Se expresa mediante la combinación de sonido y ritmo.
En muchas ocasiones, la música queda arrinconada, sin embargo es una disciplina fundamental en la formación de las personas, así como en la ampliación cultural y en el conocimiento integral del mundo. Enseñarla y aprenderla no significa obligatoriamente dominar la técnica y el lenguaje musical, como tampoco conlleva necesariamente el nacimiento de un músico brillante. De lo que se trata es de disfrutar con este arte.
Puede resultar muy interesante
introducir a los más pequeños en este mundo, pues son los niños los que siempre están dispuestos a aprender y conocer más y más cosas. Hay que mostrarles que este aprendizaje es algo alejado de la obligación, sino como un juego en el que el niño pueda desarrollar la sensibilidad y el gusto por la música. Por supuesto combinándolo con una adquisición adecuada de movimientos. Así desde el momento que empiezan a familiarizarse con las notas y a distinguir los instrumentos de cuerda, viento y percusión, ya pueden decidir cuál es el que más les gusta y encaja con su carácter.
La música tiene múltiples beneficios ente los que destacan el facilitar el aprendizaje de las lenguas extranjeras por el desarrollo del oído, y las matemáticas (tanto las habilidades musicales como las matemáticas se localizan en el hemisferio izquierdo del cerebro). También despierta la sensibilidad y la armonía de las personas y ayuda al desarrollo del equilibrio emocional.
La edad ideal para adentrarse en este arte es a partir de los seis años pero esto no quiere decir que sea solo para los más jóvenes, nunca es tarde para empezar a experimentar la música.
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